domingo, 21 de marzo de 2010

Los besos que perdí por no saber decir: "te necesito"

Y...van como tres días que hablo más de ti que antes, recuerdo las tardes en el Café café, desayunos en el Haití, cenas en aquél hotel y la ebriedad de amor constante. Fui feliz y no me importa cuán lejos vayas ahora, los recuerdos acarician la pequeña cabecita mía y me adormecen, porque tu saliva era el mejor lubricante para mi oxidada sonrisa y tu andar loco con la loca que te adoraba y no sabía cómo adorarte era el paso que más me gustaba de tu baile por la vida.
Mi amor estaba siendo confeccionado por mis manos que no habían amado, era errado, imperfecto como yo, recuerdo que en ese entonces no podía gritarlo, no podía abrazar a la hora correcta y te hacía llorar cuando solo me querías besar, ahora quisiera bailar en medio de la palma de tus manos y recorrer cada una de las líneas de tu destino para ser parte de cada uno de tus días, de tu por-venir y de tu por-ir, tantas veces quisiera ir un instante a esos años y besarte despacito en vez de pedirte más cuando ya me habías dado todo, luego regresar corriendo al hoy y así ir curando poco a poco ese nosotros que tanto dañé, el pobre nosotros que ya no sabía cómo cogerse de nuestros corazones, que en un rincón imploraba por menos dolor y más amor, aquél nosotros que hoy suelo visitar cada vez que paso por las tumbas que tiene regadas por cada esquina de la ciudad. Cuando paso por la sucia Quilca y la nostálgica plaza Francia, para luego llegar a aquél rincón del beso primero o terminar en mi sala viendo el sillón donde te besaba, sonreir mientras recordaba cómo cogí tu mano virgen de mis rincones para desflorarla para siempre colocándola sobre mis senos y tus ojos inocentes se iban llenando de mí, ¿he de recordar tanto cuando ya ese nosotros ha muerto? pero por qué no decirlo, por qué no gritarlo aunque ya no sea su tiempo, por qué no creer en el "nunca es tarde para..." y sobre todo por qué voy a dejar de coleccionar todos los recuerdos que dejaste en esta ciudad ausente de ti, por qué lo haría si aunque te hayas ido, yo sigo aquí.