sábado, 6 de febrero de 2010

Nada

No puedo fumar como quisiera, no puedo suspirar como quisiera, graves-serios-pronfundos suspiros. No, no puedo y es que ni eso me has dejado, aún me duele el vientre que decidiste fuera el blanco de tus rabias, no me importa ya que me hayas golpeado una vez más, y no me importa porque me duele más adentro, en las entrañas que se devoran lo que queda de mi fe, me duele en el mundo que no entiendes y no quieres entender, en el que te ofusca tanto, me duele en mi felicidad de ser triste. De todo modos, fumo, fumo y fumo para poder jugar luego con las cenizas que no generaran ningún fuego, hacer miles de dibujitos que me recuerden a nada, que me hagan sentir nada, que me distraigan de ti y de mi y de todo. Porque todo me ha hecho daño y todo me ha agredido en la espalda, tan cobarde como eso. Sí.
Hay un rumor de penas en mi habitación, una luz que se apaga en cuanto ingreso a ella, y en la oscuridad me empiezan a maldecir miles de momentos que quisiera olvidar, me maldicen con pequeñas voces que me alcanzan como cuchillas dentro del corazón, hay una manera muy suya de hacerme daño, es en esa manera que me ahogo, que me resbalo, que retrocedo, me mareo, para finalmente caer sobre mi lecho lleno de tu olor que siento tan pesado, tan áspero, tan insoportablemente lleno de un "nosotros". Y vuelvo a rodar en mi cama de un lado al otro de tu frialdad, me hielan las manos, me tiembla el corazón, por más que me cubra de distracciones sabatinas no te me vas, no D. no te me vas, sigues danzando cruel en mi cabeza, no te me vas y es muy probable que no quiera que lo hagas.